Pedro Marrero | @marrero_pedro
Ha pasado casi un año desde el acto en que San Juan de la Rambla inmortalizó a mi amigo Pedro al nombrarlo cronista oficial. Su nombre está ya en los libros de historia mientras él sigue contándola. Historias del municipio que logró dividir su corazón, inicialmente portuense, y de todo tipo, como ha hecho toda su vida.
Durante el acto se me ocurrió una sencilla idea para escribir esta modesta dedicatoria. Quizá no llegue a la categoría de artículo ni de reportaje. Ni falta que hace. Solo me he puesto el mono de trabajo, el mismo que me ponía cuando hacía mis pinitos como cronista deportivo, pero sin subir la cremallera, ya que es tarea imposible.
Cuando llevaba este mono de obrero de la comunicación, mi buen amigo Pedro acumulaba unos cuantos años informando y reuniendo anécdotas. Él y otros ilustres del periodismo, deportivo o no, y que han recibido -y seguirán recibiendo, avanzo- las insignias de oro de la asociación que humildemente presido. Justamente Pedro es uno de los que me ayudaron, con su apoyo y cariño, a acomodar en mis espaldas el peso del honor que supone ostentar un cargo como este.
Pero, no quiero desviarme. Hace casi un año, digo, me limité a publicar una reseña sobre el nombramiento de mi amigo. De la difusión mediática se ocuparon los medios informativos tinerfeños, cuyo aprecio a Pedro quedó manifestado en cada línea, en cada minuto.
La vida de Pedro Ángel Barreto no se puede contar en cinco o seis párrafos. En unos cuantos más quizá sí, resumiendo claro. Y de esto se encargó otro grande, Salvador García Llanos, presidente de la Asociación de Prensa de Tenerife, y socio y amigo de la Asociación de Prensa Deportiva de Tenerife. Aquí les dejo el enlace de la crónica sobre el cronista: http://garciaenblog.blogspot.com/2021/05/cronista-oficial.html.
Si no se han parado a leerla, les invito a que lo hagan. Vale la pena hacerlo y yo acabo en pocas líneas, las que tardo en dar un abrazo a un amigo al que algunos llaman Pedro Ángel, al que otros llaman Pedro Barreto, o Barreto directamente, al que todos llaman amigo, y al que hubo un tiempo en que le decían Pedrito, el hijo del guardia.